"Espero que sepan disculparme por haberlo abandonado en tan comprometida situación: tómanselo como un humilde homenaje por mi parte a las argucias de la novela por entregas de la época, que obligaban a los lectores a adquirir el siguiente capítulo si querían descubrir como se resolvía la escena, lo cual yo voy a relatarles en ese mismo instante, a modo de recompensa por su paciencia. Pues bien, sintiendo cómo el coche brincaba violentamente sobre el suelo, acortando a docena de metros que lo separaban del ingenio mortífero, Wells apretó los dientes, temiendo que en cualquier momento el rayo calórico los fulminara."
Terminada la novel·la de “El mapa del cielo”, por fin puedo suspirar después de contener durante el transcurso del libro la respiración. Sí, mi opinión, a pesar de lo que iba pensando en algunas partes de la novela, es positiva. Un libro que nos transporta a un universo en que la tierra se ha visto invadida por los marcianos y con unos personajes conocidos, por los humanos mínimamente cultos, y familiares, por los seguidores de la trilogía, como el propio protagonista: el escritor de la “Máquina del tiempo” y la “Guerra de los mundos”, H.G. Wells.
Puede sonar presuntuoso poner a
este protagonista tan estrafalario, pero la maestría y destreza en que Palma
consigue seguir la historia, destierra cualquier duda que me haya quedado. Pero
por muchas alabanzas que le de ahora, no todo fue positivo.
De hecho, tuve que dejar el libro
en pausa algunas veces. Me quedé atascada en algunas de las muy habituales
repeticiones que hace el autor. Pero
habiendo leído “El mapa del tiempo” decidí darle una, dos y más oportunidades,
sabiendo que no me defraudaría. Y así fue.
Otro aspecto que no me gustó
mucho fue la personalidad de los personajes, los cuales se me antojan demasiado
llanos y sin color. Personalidades estereotipadas que pueden resultar hasta
previsibles. Pero quizás sea otro guiño del autor que yo no haya sabido
apreciar suficientemente, como un resumen conglomerado de lo que vienen a ser
las novelas del siglo XIX.
Y el amor… Varias veces en el
libro me he preguntado quienes son los verdaderos protagonistas: ¿Wells y sus
compañeros o el constante amor que respiran? Un amor que, yo confesando ser un
poco repelente de las novelas románticas, se me hacía, en circunstancias,
excesivo y letargoso. Lo podría considerar
uno de los libros más empalagosos que he leído, pero no por eso me ha dejado de
gustar.
Pero, justamente, no ha sido la
atracción de los personajes lo que me ha enganchado, si no las reflexiones, la
historia, los guiños del autor, el mundo apocalíptico y, por encima de todo, ese
final que te da ganas de releerte la novela.
Y aparte, tenemos más motivos para
que nos agrade la lectura. El amplio arsenal de vocabulario que usa, su prosa
emulada de los autores del s. XIX, sus guiños, la original forma de redactar la
historia (que cambia durante el transcurso de los sucesos), esa osadía de
hablar directamente al lector, como si se tratara de una visita por un espectáculo…
En su prosa reside el irresistible encanto de Palma, que de ninguna manera podéis
permitiros el lujo de pasarlo por alto y no darle ninguna oportunidad.
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